jueves, 8 de diciembre de 2011

Clarice Lispector: La pasión según G.H.

Me fuí a la biblioteca a buscar la recomendación que Patricia L. nos había dicho, en una clase. El texto me lleva de alguna manera a algunas de las reflexiones que se están produciendo en nuestra pequeña comunidad... al menos quería compartirlo con vosotros:

"Pero, ¿qué hacer ahora? ¿Debo encararme con la visión entera, incluso si ello significa tener una verdad incomprensible? ¿O debo dar forma a la nada, y éste será mi modo de integrar mi propia desintegración en mí? Mas estoy tan poco preparada para entender... Antes, siempre que lo había intentado mis límites me producían una sensación física de malestar; cualquier inicio de pensamiento me hace hervir el cerebro. Creo que me vi obligada a reconocer, sin lamentarlo, los límites de mi escasa inteligencia, y desandaba el camino. Sabía que estaba predestinada a pensar poco, cavilar me restringía dentro de mi piel. ¿Cómo, entonces, inaugurar en mí la reflexión? Y tal vez sólo la reflexión me salvase: temo la pasión.
    Ya que tengo que salvar el día de mañana, ya que debo tener una forma, porque no me siento con fuerzas para permanecer desorganizada, ya que fatalmente necesitaré encuadrar la monstruosa carne infinita y cortarla en trozos asimilables para el tamaño de mi boca y la capacidad de visión de mis ojos, ya que fatalmente sucumbiré a la necesidad de forma que procede de mi pavor de permanecer sin límites, entonces al menos que tenga yo el valor de dejar que esa forma se forme enteramente sola como una costra que por sí misma se endurece, la nebulosa de fuego que, enfriándose, se convierte en tierra. Y que tenga el gran valor de resistir a la tentación de inventar una forma.
     Ese esfuerzo que he de hacer ahora para dejar subir a la superficie un sentido, cualquiera que sea, ese esfuerzo se vería facilitado si fingiese escribir para alguien.
     Pero recelo de comenzar a componer para que me pueda entender alguien imaginario, recelo de comenzar a "elaborar" un sentido, con la misma mansa locura que hasta ayer era mi modo sano de encajar en un sistema. ¿Habré de tner el valor de utilizar un corazón desprotegido y hablar para nada y para nadie?

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