Me reconozco como una entusiasta del Departamento (o sección departamental) de Historia del arte de nuestra facultad. Me parece que es un rasgo característico del cual se pueden sacar horas muy constructivas para vuestra formación. En este caso, insistiendo en la cuestión sobre qué aportamos (peculiarmente) desde la obra artística era inevitable pensar en Marta de Gonzalo y Publio Pérez Prieto, en el análisis que hacen en el texto El Incremento sobre este aspecto algunos de los "invitados" a este catálogo. Entre ellos la aportación de Aurora Fernández Polanco (profesora de esta Facultad): " Aún reconociendo todas las excepciones –y, por supuesto, dándolas como válidas dentro del discurso artístico- me habláis de poesía y sé que en el fondo está latiendo ese tipo de experiencia tan importante para vosotros que una determinada poética o “formalización” proporciona y que denominamos estética.
El cariñoso epíteto que me dedicáis al hablar de “entusiasta” educadora, presupone alguna
conversación que tuvimos juntos donde comprendimos que el entusiasmo no es otra cosa que el fruto de la necesidad de transmitir las experiencias que uno va obteniendo en su disfrute de las obras, esa vieja pretensión de universalidad de los ilustrados y, también por esa vía, de un concepto restringido de “entusiasmados” como aquellos que desean ver “las relaciones secretas entre las cosas” (...) Que el arte recupere las emociones no significa que le haga la competencia al “espectáculo”. No estamos hablando de robarle su potencia a los parques temáticos o de atracciones. ¿Por qué está teniendo tanto éxito Viola con sus Passions? Quizá porque vuelve a retomar las emociones. Las estudia y trabaja con ellas. Pero también las potencia.
Aurora Fernández Polanco:
Hay una constante en vuestros textos y conversaciones: la experiencia estética ¿desde qué lugar definirla hoy? ¿Cómo hacerlo? ¿Qué relación existe para vosotros entre producción artística y experiencia estética?
1+1+1+1
Marta de Gonzalo y Publio Pérez Prieto:
Hace ya unos años que Félix Guisasola nos recomendó el libro La soberanía del arte de Christoph Menke al que, en su relectura de Adorno y Derrida debemos la definición de experiencia estética como quiebra en la comprensión automática de los signos generada a partir de una propuesta artística, lo que implica la aceptación de la autonomía del arte, no como espacio sino como discurso autónomo y sin embargo capaz de subvertir otros discursos. La quiebra en la comprensión automática de los signos da lugar en el sujeto a una actitud estética con la que afrontar la recepción del resto de su realidad activa y críticamente.
Defender la autonomía del arte desde esta perspectiva equivale a defender que al desarrollar unos discursos propios y mediante la generación de estrategias de representación otras, el arte (en sus más amplias acepciones) sigue teniendo aún la posibilidad de servirnos e inspirarnos no para la supervivencia -nuestra naturaleza tiende por sí misma a ella incluso en situaciones extremas- sino para la resistencia y la transformación.
Hoy más que nunca es necesaria esa actitud estética porque nuestro entorno parece remitirnos inevitablemente a una actitud pasiva, escéptica, cínica, sumisa… que no nos desarrolla como seres humanos, ni nos dota de capacidad de cambio alguno de lo que se nos da a habitar con nuestras existencias.
Haber sido sujeto de experiencia estética puede conllevar esa actitud, que puede resultar incluso molesta para uno mismo porque es cansado ser exigente, con uno y con lo demás, con los demás también. Sin embargo es esta actitud a la vez una adicción, porque en la opacidad de lo que nos rodea vemos y pensamos con más densidad y la curiosidad crece, permitiéndonos sentir otras potencialidades. Este es el incremento que hace a la vida más vida. Sin haber sido sujeto de experiencia estética es imposible convertirse en productor de las mismas. Incluso habiéndolo sido es realmente una tarea difícil, para la que no hay fórmulas, el reto de preconcebir y configurar esa experiencia que te gustaría hacer posible, que querrías encontrarte. El deseo de una determinada conciencia en la producción de escritura, de imágenes, el deseo de “dar forma”, de “dar con la forma” para que un objeto o situación se preste a proporcionar experiencia estética hoy, ha de partir de esta actitud estética, sólo puede surgir de estar inmerso en esos procesos de preguntas y respuestas, de incertidumbre.
El cariñoso epíteto que me dedicáis al hablar de “entusiasta” educadora, presupone alguna
conversación que tuvimos juntos donde comprendimos que el entusiasmo no es otra cosa que el fruto de la necesidad de transmitir las experiencias que uno va obteniendo en su disfrute de las obras, esa vieja pretensión de universalidad de los ilustrados y, también por esa vía, de un concepto restringido de “entusiasmados” como aquellos que desean ver “las relaciones secretas entre las cosas” (...) Que el arte recupere las emociones no significa que le haga la competencia al “espectáculo”. No estamos hablando de robarle su potencia a los parques temáticos o de atracciones. ¿Por qué está teniendo tanto éxito Viola con sus Passions? Quizá porque vuelve a retomar las emociones. Las estudia y trabaja con ellas. Pero también las potencia.
Aurora Fernández Polanco:
Hay una constante en vuestros textos y conversaciones: la experiencia estética ¿desde qué lugar definirla hoy? ¿Cómo hacerlo? ¿Qué relación existe para vosotros entre producción artística y experiencia estética?
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Marta de Gonzalo y Publio Pérez Prieto:
Hace ya unos años que Félix Guisasola nos recomendó el libro La soberanía del arte de Christoph Menke al que, en su relectura de Adorno y Derrida debemos la definición de experiencia estética como quiebra en la comprensión automática de los signos generada a partir de una propuesta artística, lo que implica la aceptación de la autonomía del arte, no como espacio sino como discurso autónomo y sin embargo capaz de subvertir otros discursos. La quiebra en la comprensión automática de los signos da lugar en el sujeto a una actitud estética con la que afrontar la recepción del resto de su realidad activa y críticamente.
Defender la autonomía del arte desde esta perspectiva equivale a defender que al desarrollar unos discursos propios y mediante la generación de estrategias de representación otras, el arte (en sus más amplias acepciones) sigue teniendo aún la posibilidad de servirnos e inspirarnos no para la supervivencia -nuestra naturaleza tiende por sí misma a ella incluso en situaciones extremas- sino para la resistencia y la transformación.
Hoy más que nunca es necesaria esa actitud estética porque nuestro entorno parece remitirnos inevitablemente a una actitud pasiva, escéptica, cínica, sumisa… que no nos desarrolla como seres humanos, ni nos dota de capacidad de cambio alguno de lo que se nos da a habitar con nuestras existencias.
Haber sido sujeto de experiencia estética puede conllevar esa actitud, que puede resultar incluso molesta para uno mismo porque es cansado ser exigente, con uno y con lo demás, con los demás también. Sin embargo es esta actitud a la vez una adicción, porque en la opacidad de lo que nos rodea vemos y pensamos con más densidad y la curiosidad crece, permitiéndonos sentir otras potencialidades. Este es el incremento que hace a la vida más vida. Sin haber sido sujeto de experiencia estética es imposible convertirse en productor de las mismas. Incluso habiéndolo sido es realmente una tarea difícil, para la que no hay fórmulas, el reto de preconcebir y configurar esa experiencia que te gustaría hacer posible, que querrías encontrarte. El deseo de una determinada conciencia en la producción de escritura, de imágenes, el deseo de “dar forma”, de “dar con la forma” para que un objeto o situación se preste a proporcionar experiencia estética hoy, ha de partir de esta actitud estética, sólo puede surgir de estar inmerso en esos procesos de preguntas y respuestas, de incertidumbre.
Sin duda una reflexión acertada y que creo que todos hemos sentido alguna vez.
ResponderEliminarEn mi caso he de decir que el interés acerca de estas cuestiones empezó a surgir de manera más acusada cuando comencé las clases de estética con Aurora. En ese momento pensé: !Claro ahí está la clave! !porqué no me lo han explicado antes¡.
Y creo que todos y cada uno de los temas que se tratan en ésa asignatura son o deberían ser primordiales en la formación de un artista. Cuestiones como la mirada o las sensaciones en su más amplio espectro. ¿Cómo podemos hablar de una obra de arte si todavía no sabemos desde dónde mirarla? ¿cómo podemos iniciar una investigación personal sin experimentar ninguna sensación que nos llame a ello?. Todos estos temas fueron claves para mí en el sentido de que, cuando descubrí uno de ellos, de repente surgieron miles. Y cada uno de ellos me llevaba hacia otro, y otro, y otro. Este proceso se me presentó infinito cuando empecé a ver las relaciones entre las cosas. Relaciones que antes no era capaz de ver. Pero siempre partiendo de la veracidad con uno mismo a la hora de experimentar y de ver. Abarcando todo lo que nos rodea con un criterio y con una mirada determinada.
Por último decir que todo esto no habría sido del todo posible sin el magnífico apoyo teórico que se nos daba en estas clases. Antes no era capaz de encontrar un libro que se adecuase perfectamente a mis intereses con respecto a una investigación concreta, y no sólo éso sino que me abriera todas las puertas posibles para continuar, y sin embargo hacen falta unos pocos consejos para que la mente se active por sí sola, que es de lo que se trata la educación o así debería ser.
Carmen Lomas
Me parece fundamental que en una formación artística se pase por la asignatura de Estética y creo secundario que se pase por ciertos trámites obligatorios que no voy a especificar. Es imprescindible que aprendamos a argumentar nuestro trabajo y segun mi experiencia esta asignatura junto con idea de pintura proporcionan las bases para comprender, ser críticos y adueñarnos de nuestra propia obra y además continuar el camino de nuestra autoeducación, responsabilidad importante cuando estemos fuera de aquí.
ResponderEliminarMarta Alonso Berná
Estoy totalmente de acuerdo en que una formación en estética es necesaria para nuestra carrera y considero que debería ser obligatoria.
ResponderEliminarOs recomiendo la página de Estudios visuales del Cendeac. En ella hay hay diferentes artículos relacionados con estética y arte comtemporáneo. Algunos de sus participantes como José Luis Brea, Martin Jay y Aurora Fernandez Polanco seguro que os suenan.
http://www.estudiosvisuales.net