Eso que dicen que hay otros mundos posibles es cierto y uno de ellos está aquí, en Estocolmo. La Facultad de Bellas Artes de esta ciudad cuenta con aproximadamente 125 alumnos (en total), más o menos entran 25 cada año y los 650 restantes tienen que volver a intentarlo.
Una vez que comienzan sus estudios los alumnos asisten a los talleres dependiendo de los intereses que quieren desarrollar (muchos de ellos han pasado una formación previa de 3 años aprendiendo a dibujar, tallar, etc pero no necesariamente). Hasta ahora la admisión a este centro era presentando 8 obras originales para lo cual tenían que alquilar una nave y allí realizar la selección. Este año por primera vez los alumnos presentarán un portafolio digital y mediante este método se seleccionarán los 150 finalistas a los que si que se podrá pedir que traigan obras originales.
Por lo demás los alumnos se mezclan (de todos los cursos) desde primero en los talleres (de cristal, madera, vídeo, sonido, imagen digital bidimensional y tridimensional) que quieren hacer y durante el primer año comparten estudios pero a partir del segundo o tercero el estudio es individual. Por cierto, esta Academia se incorporó al nuevo grado hace ya dos años así que dentro de no mucho tendrán el máster. Lo que ocurre es que aquí lo han ido implantando de los primeros cursos a los últimos no al revés (como es nuestro caso).
La ciudad es tan bonita que piensas que tiene que tener algo oculto o bien a la vista porque mientras vosotros debéis estar disfrutando del sol a mi esta mañana me ha despertado la máquina quitanieve, que por cierto aquí funciona.
Pues en Madrid todo como siempre.
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